“Sal de la tierra y luz del mundo”. Este ha sido el lema con el que hemos vivido la convivencia de inicio de curso. Durante esta jornada se ha dado la bienvenida a los 30 nuevos seminaristas que se han integrado al seminario, provenientes de 12 países.
En esta jornada los seminaristas con más de un año de permanencia en el seminario han visitado las instalaciones del Museo Universidad de Navarra. Ahí han podido asistir a la exposición de una serie de obras de arte contemporáneo, con la finalidad de ejercitar la atención y disponer así el cerebro para captar elementos que a simple vista pueden pasar desapercibidos.
También, en esta convivencia se han desarrollado diversas conferencias impartidas por docentes de la Facultad de Teología: Ser universitario en la Universidad de Navarra, impartida por D. Juan Luis Lorda; La hora de la teología: formarse para la nueva evangelización, impartida por D. Miguel Brugarolas; Aprendiendo a vivir: la literatura, impartida por D. Vicente Balaguer.
De igual forma, se tuvieron otras sesiones encaminadas a dotarlos de herramientas útiles para su vida personal y como estudiantes: Marca personal, a cargo de Dña. Loreto Pérez-Santana; Estudio, a cargo de D. Luis Valdés. También tuvieron la oportunidad de compartir una agradable tertulia con D. Alex Pardo.
La convivencia ha culminado con el rezo de las Primeras Vísperas del domingo, presididas por D. Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela. Durante las vísperas D. Francisco nos ha recordado que “somos expresión de la gloria de Dios. Nuestra vida está entroncada en Dios. Dios nos deja libres, pero después habrá que ver cuáles son las consecuencias de nuestra libertad, si ha sido para dar gloria a Dios o no”.
Hay que poner nuestro corazón en el Señor y decirle: aquí estoy, ¿Qué quieres de mí?
D. Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela.
Como preparación para el inicio de curso D. Francisco ha sugerido que “antes de comenzar el curso hay que ponernos en manos de Dios. Es importante saber vivir el momento presente. No saber vivir el presente es vivir en la amargura. No solo vivir el presente, sino estar reconciliado con Dios y con los hermanos”.