El pasado 13 de abril S.E. Mons. Florencio Roselló, Arzobispo de Pamplona y Obispo Tudela, ha conferido el acolitado a algunos seminaristas de Bidasoa.
Basándose en una experiencia personal vivida en Roncesvalles cuando llevó la Eucaristía a una persona enferma, D. Florencio animó a los nuevos acólitos a «dejaros evangelizar por los enfermos». Y, les recordó que este ministerio supone poder «participar más plenamente en la eucaristía; además, es propio de los acólitos cuidar el altar y todo lo que gira en torno a él».
Monseñor Florencio insistió en no ver el acolitado como un paso más, para él hay que «vivirlo como el mejor momento de vuestra vida en este tiempo. Cuando tomes la forma consagrada, piensa que le estás dando lo mejor que tienes en tus manos, y la mejor medicina y alimento que va a recibir».
Además de ese consejo, D. Florencio dio otros a los nuevos acólitos, por ejemplo que «cuando distribuyas la comunión, estate en paz con Dios, intenta transmitir paz, serenidad. Intenta estar en gracia de Dios. Que tu rostro refleje felicidad y serenidad. También estamos dando de comulgar con el rostro, con el cuerpo. Un rostro amable, una cara amable, reparte un Cristo más amable».
Cuando distribuimos la comunión estamos haciendo partícipes a la gente de un estilo de vida que antes nos ha cautivado a nosotros
D. Florencio Roselló, Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela.
Por último, les recordó que «el acólito es testigo de la Resurrección. Nuestra vida tiene que ser coherente con lo que distribuimos, con el Cuerpo de Cristo que repartimos. Nuestra vida no puede ir por un camino de pecado y de incoherencia y luego distribuir la comunión, la gracia, e invitar a vivir la experiencia del Jesús resucitado en nuestra vida de cada día».