JOSÉ LUCERO.- Empezamos octubre, conocido por los católicos como el mes del Rosario. El Rosario es una oración en la que se medita la vida de nuestro Señor Jesucristo, de la mano de nuestra Madre María, y por esta razón se reza de forma constante en la Iglesia.
Con gran seguridad, cada uno podría mencionar muchas razones de por qué rezar el Rosario, porque en la relación personal con Dios y con la Inmaculada Virgen María, cada uno lo ha hecho propio y personal. Sin embargo, los santos que ya participan de la gloria de Dios y que han tenido en vida gran devoción a esta oración, pueden iluminar más el fervor y pueden aportar grandes razones para confirmar y aumentar los motivos personales para rezarlo. Por lo que, partiendo de algunas frases dichas por algunos santos, intentaremos responder, con cuatro razones, a la pregunta: ¿Por qué rezar el Rosario?
1. En el Rosario Jesús y María nos iluminan y nos traen paz
Nos iluminan y nos traen paz porque los misterios se centran en la Verdad, en Jesucristo, y, como Él mismo nos enseña, es la verdad la que nos hará libres y por lo tanto nos traerá la paz. Está probado, con miles de testimonios, que rezar el Rosario cambia los corazones. San Josemaría Escrivá dijo: “Ojalá sepas y quieras tú sembrar en todo el mundo la paz y la alegría, con esta admirable devoción mariana”. A través de María llegamos a Jesús; nuestra Madre nos quiere ver participando de la verdad y la luz de Cristo, y reflejándola hacia las personas que nos rodean.
Ojalá sepas y quieras tú sembrar en todo el mundo la paz y la alegría, con esta admirable devoción mariana
San Josemaría
2. El Rosario nos enseña virtudes
Todas las virtudes que nos harán santos son ejemplificadas por Jesús y por su Inmaculada Madre, la Virgen María. Quien reza y medita el Rosario de forma constante es llevado naturalmente a una más ferviente participación en la vida de la Iglesia y en los sacramentos.
En el aprendizaje y crecimiento de las virtudes, nos conquistamos a nosotros mismos y vencemos nuestra inclinación al pecado, por amor a Dios, fundando esas virtudes en Jesús y en María al meditar los misterios del Rosario. Como dijo San Antonio María Claret: “Las mejores conquistas de almas que he logrado, las he conseguido por medio del rezo devoto del Santo Rosario”. Por lo que con el rezo del Rosario no sólo nos conquistamos personalmente, sino también conquistamos, para Dios, las almas de los que nos rodean, con nuestra constante oración que, en la participación de la vida de la Iglesia, es llevada también a la acción.
Las mejores conquistas de almas que he logrado, las he conseguido por medio del rezo devoto del Santo Rosario
San Antonio María Claret
3. El Rosario es una expresión de nuestro amor por Jesús y por María
El amor se demuestra en la repetición de palabras y, sobre todo, de acciones; demostrar nuestro amor repetidamente nunca será rutinario o aburrido. Rezar el Rosario es expresar nuestro amor y gratitud hacia Jesús y María, trayendo a nuestra mente el gran amor sacrificial que ellos tienen por nosotros.
Santa Teresita del Niño Jesús, cuya memoria celebramos hoy, dijo: “Con el Rosario se puede alcanzar todo. Según una graciosa comparación, es una larga cadena que une el Cielo y la tierra, uno de cuyos extremos está en nuestras manos y el otro en las de la Santísima Virgen. Mientras el Rosario sea rezado, Dios no puede abandonar al mundo, pues esta oración es muy poderosa sobre su Corazón”. Por lo tanto, el Rosario es un medio que nos permite estar unidos a Jesús y a María con mayor intensidad, es una unión entre el cielo y la tierra que nos permite vivir nuestro amor de la mano de Jesús y de María, y que nos brinda una oportunidad para amarlos de forma constante.
Mientras el Rosario sea rezado, Dios no puede abandonar al mundo, pues esta oración es muy poderosa sobre su Corazón
Santa Teresita del Niño Jesús
4. El Rosario vence el mal
Nos lo enseña San Juan María Vianney: “Con esta arma le he quitado muchas almas al diablo”. El Rosario es un arma espiritual que nos ayuda a vencer el mal. Y lo vence porque es una oración en la cual nos hacemos partícipes de la oración de María, la Inmaculada, que quiere nuestra salvación y nos ayuda a lograrla. Nuestra Madre, con ese amor inigualable, nos dio una oración que es fácil de memorizar, que se puede rezar en cualquier momento y en cualquier lugar, y además con las manos, que son nuestro denario por naturaleza, para que pudiésemos estar listos para el combate en todo momento y vencer el mal que nos enfrenta, con la fuerza de Jesús y María.
Con el Rosario le he quitado muchas almas al diablo
San Juan María Vianney
De manera que, adicional a las razones personales que cada uno tenga para rezar el Rosario, podemos agregar estas cuatro y así fortalecer nuestra constancia y piedad para con Jesús y María por medio de esta oración y lograr lo que Santa Teresa de Calcuta recomendaba: “Aférrate al Rosario como las hojas de la hiedra se aferran al árbol; porque sin nuestra Señora no podemos permanecer”. Aferrados al Rosario, podemos permanecer con la Virgen en nuestra vidas, lo cual es tener una compañera y madre segura para los momentos de alegría y de tribulación, y tener siempre el consuelo y la esperanza para ser testigos de Jesucristo en este mundo.
Sobre el autor
Francisco José Lucero Obiols es seminarista de la Arquidiócesis de Santiago de Guatemala. Entre sus aficiones está la fotografía. Sus santos favoritos son San Josemaría y Santa Teresa de Calcuta. Estudia actualmente 4º de Teología.