La Virgen de la Clemencia

HERNANDO BELLO (Arquidiócesis de Cartagena, Colombia).- A pocas personas les sonará la expresión «santuario mariano en clausura». Pero así es como las carmelitas descalzas del Monasterio de la Encarnación (Ávila) llaman al Coro alto de su monasterio, en el que se encuentra la imagen de Nuestra Señora de la Clemencia. Allí, hace casi cuatro siglos y medio, se le apareció la Virgen María a Santa Teresa de Jesús.

Fue el 19 de enero de 1572. Pocos meses antes, el Provincial de los carmelitas había designado a Santa Teresa como priora de la Encarnación. A ella no le había hecho mucha gracia: una década atrás, había salido de ese mismo monasterio para comenzar la reforma de la Orden y sabía que las monjas podían tomar como una ofensa su designación como priora, más aún teniendo en cuenta que ellas no la habían elegido.

No obstante, Santa Teresa obedeció. El día previsto, 6 de octubre de 1571, el Provincial y ella, junto con otras autoridades, llegaron a la Encarnación, pero les negaban a gritos la entrada. Aprovechando un descuido, el Provincial y Santa Teresa ingresaron en clausura por la pequeña puerta que comunicaba al Coro bajo con la iglesia. Tras calmarse los ánimos, la nueva priora convocó a la comunidad en el Coro alto y, con gesto de humildad, en vez de sentarse ella en la silla prioral, colocó la imagen de Nuestra Señora de la Clemencia y, entre sus manos, las llaves del convento. Finalmente, cada una de las monjas le rindió obediencia a la nueva priora.

Santa Teresa no retiró la imagen de su sitio. Cada noche le entregaba las llaves de la portería a la Virgen y se alegraba de tener a tal priora en su lugar. Nuestra Señora, complacida con el gesto de Santa Teresa, se le apareció entonces el 19 de enero de 1572. Así lo cuenta la Santa en sus Cuentas de conciencia:

«La víspera de san Sebastián, el primer año que vine a ser priora en la Encarnación, comenzando por la Salve, vi en la silla prioral, adonde está puesta nuestra Señora, bajar con gran multitud de ángeles la Madre de Dios y ponerse allí. A mi parecer, no vi la imagen entonces, sino esta Señora que digo. […] Estuvo ansí toda la Salve, y díjome: Bien acertaste en ponerme aquí; yo estaré presente a las alabanzas que hicieren a mi Hijo y se las presentaré»

Cuentas de conciencia, 22

Precisamente por esta aparición, las carmelitas descalzas de la Encarnación consideran el Coro alto de su monasterio como un «santuario mariano en clausura». Y aunque los peregrinos no puedan ingresar, desde la iglesia se puede contemplar a la Virgen de la Clemencia a través de las rejas —acompañada siempre por dos luces encendidas—, con la seguridad de que, siendo fiel a su promesa, todo lo que se le diga, Ella lo presentará a su Hijo.

Más información:

Arturo Díaz L.C., ¿Quién decías que soy? Santa Teresa vista por sus carmelitas, pp. 191-194.

Nicolás González, Aparición de la Virgen a Santa Teresa (la foto de nuestro artículo esta tomada de esta web).

El autor

Hernando José Bello Rodríguez es seminarista de la Arquidiócesis de Cartagena (Colombia). Es filósofo y periodista. Estudia 4º de Teología.

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