El pasado miércoles 12 de febrero, en una emotiva celebración, D. Paulo César Vita presidió su primera Misa en Bidasoa. Actualmente desempeña su labor pastoral en la parroquia Nuestra Señora de la Luz, en la Arquidiócesis de Río de Janeiro (Brasil). Durante la celebración, expresó su alegría por volver a Bidasoa para celebrar la Eucaristía en este Año Jubilar, en el que cumple diez años de ministerio sacerdotal. Señaló que todo lo aprendido durante sus años en el seminario lo acompaña siempre, y que ese sentido de pertenencia se refleja profundamente en su vida sacerdotal.

En la homilía, reflexionando sobre el evangelio del día (cf. Mc 7,14-23), destacó que el Señor “nos invita a meditar sobre la pureza del corazón, una virtud esencial en nuestra vocación sacerdotal”, recordándonos que la verdadera impureza no proviene de lo que entra en el hombre, sino de lo que sale de su corazón.
Asimismo, sostuvo que “Cristo nos llama a una conversión interior, a una pureza que no se limita a lo exterior, sino que transforma lo más profundo de nuestro ser. Esto es especialmente importante para nosotros, que hemos respondido al llamado de Dios al sacerdocio. No podemos contentarnos con una apariencia de rectitud; nuestra vida debe ser un testimonio auténtico de la santidad a la que el Señor nos llama”.

También nos animó a formarnos para ser futuros sacerdotes que den un testimonio auténtico ante el pueblo de Dios, subrayando que “el pueblo de Dios espera encontrar a un sacerdote que no solo trabaje, sino que también ore, que se postre ante el Señor, que esté disponible en el confesionario, dispuesto a acoger y guiar”.
Para concluir su reflexión, nos alentó a pedir al Señor la gracia de tener un corazón puro, ya que “es la clave para vivir plenamente nuestro llamado”, y a confiar en la Virgen María, modelo perfecto de pureza y disponibilidad para cumplir la voluntad de Dios.