«Redescubrir la belleza: ética del asombro». Bajo este título, tuvo lugar el pasado 27 y 28 de agosto la convivencia de inicio de curso para los seminaristas de Bidasoa. Contamos con varios invitados que nos hablaron sobre la importancia de la belleza y del arte desde diferentes perspectivas.
El día 27 tuvimos dos sesiones. La primera, Educar en la belleza, educar con la belleza, estuvo a cargo de José Alipio Morejón, director de la asociación Raíces de Europa. Nos comentó varias obras de arte y también nos insistió en lo necesario de evangelizar el mundo del arte. También, en la tertulia después de la comida, nos contó anécdotas sobre varios de sus viajes por el mundo.
Belleza, entre modernidad y tradición fue el título de la segunda sesión, dirigida por d. Javier Aizpún, sacerdote de la Archidiócesis de Pamplona y arquitecto. D. Javier señaló la crisis del arte contemporáneo, en el que, sin embargo, encontramos obras de arte bellas, como Notre Dame du Haut, del arquitecto Le Corbusier.
Al día siguiente, el filósofo José Ignacio Murillo nos habló, para la tercera sesión, sobre Arte y sociedad. Murillo nos hizo ver que en toda sociedad siempre existe la necesidad de la contemplación y cómo el arte juega un papel fundamental en ello.
La última sesión estuvo a cargo de d. Javier del Santo, sacerdote de la Archidiócesis de Madrid y arquitecto (que diseñó la nueva custodia de Bidasoa). D. Javier nos habló sobre la belleza —exterior e interior— de Cristo. En la tertulia después de comer, pudimos conocer algunas anécdotas relativas a su paso por Bidasoa como seminarista.
La convivencia terminó con broche de oro con las vísperas presididas por Monseñor Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona. D. Francisco nos invitó a dejar que Dios fuera nuestro principal huésped y, en la tertulia después de la cena, nos recordó tres pilares fundamentales para nuestra formación: la amistad con Cristo en la Eucaristía y los demás sacramentos; cuidar el corazón; y no ser quejumbrosos.