Semana Africana en Bidasoa: Celebrando la Vida y Legado de Santa Josefina Bakhita

El pasado 8 de febrero, la Iglesia celebró la memoria de Santa Josefina Bakhita, que en Bidasoa se celebra de una manera muy especial.

La vida de santa Josefina Bakhita comienza en 1869 en Darfur, una región del noreste de Sudán. Siendo apenas una niña, fue secuestrada por traficantes de esclavos que la apodaron Bakhita, la «afortunada». Años más tarde, se convirtió al cristianismo y, tras su liberación, ingresó en la vida religiosa en Italia. Fue canonizada por el papa San Juan Pablo II el 1 de octubre del año 2000. La santa africana es un testimonio de santidad admirable en este Año Jubilar que estamos viviendo como peregrinos de la Esperanza; muestra de ello son unas palabras que muestran cómo supo entender su vida a la luz de Dios: “Si encontrara a aquellos traficantes de esclavos que me secuestraron, e incluso a aquellos que me torturaron, me arrodillaría y les besaría las manos, porque, si aquello no hubiera sucedido, no sería ahora cristiana ni religiosa”.

En Bidasoa, los seminaristas procedentes del continente africano ayudaron a toda la comunidad a vivir y celebrar el testimonio de vida de Bakhita a través de la «Semana Africana». Durante varios días, presentaron vídeos que narraban la vida y el ejemplo cristiano de la santa, culminando el sábado 8 de febrero, con la celebración de la primera Misa en Bidasoa de D. Vedastus Machibula, antiguo seminarista que actualmente estudia la licenciatura en Teología Moral en la Universidad de Navarra.

En su homilía, D. Vedastus expresó su gratitud por el don del sacerdocio y recordó con cariño su paso por Bidasoa. Destacó el ejemplo de Santa Bakhita, subrayando cómo su vida demuestra que Dios puede sacar un bien de las situaciones más adversas, como lo hizo al liberarla de la esclavitud. En su predicación, D. Vedastus animó a todos a seguir adelante con esperanza, afirmando: «A veces hay dificultades, pero es posible alcanzar los sueños». También destacó que la experiencia en Bidasoa es fundamental para vivir la fraternidad, conocer la universalidad de la Iglesia y poner nuestros dones y talentos al servicio de la comunidad. «En Bidasoa aprendí a obedecer y a seguir el ejemplo, no solo de los mayores, sino también de los menores», señaló.

Por la tarde, en un rato de tertulia, disfrutamos de canciones y bailes típicos del continente africano. Los seminaristas africanos no solo mostraron sus talentos, sino que, sobre todo, compartieron su rica cultura con todos los presentes, explicando el sentido de cada actuación y haciéndonos disfrutar con ellos. Para terminar la jornada se disputó un animado partido de fútbol, en el que se enfrentaron los seminaristas de África al resto del seminario, en un ambiente de alegría que hizo que el marcador final pasase pronto al olvido. De esta manera se cerró la Semana Africana, que ya se ha hecho tradición en Bidasoa.

Comparte esta nota: