Como parte de la peregrinación que un grupo de seminaristas de Bidasoa realizaron a Roma, se pudo efectuar un encuentro personal con el Santo Padre, el Papa Francisco. Tuvo lugar al final de la audiencia tradicional de los miércoles. El Papa fue saludando a múltiples grupos y autoridades allí presentes, y terminó dedicando unos minutos a los seminaristas de Bidasoa.
La idea era mantenerse bien formales en su presencia y que dos de los seminaristas explicaran al Papa quiénes eran, así como trasmitirle el gran cariño con que se reza en Bidasoa por Su Santidad. No obstante, el Papa se mostró tan cordial y cercano que pronto, aunque guardando el respeto, se diluyeron los formalismos. Los seminaristas, a pesar de los esfuerzos de los guardias para evitarlo, prácticamente rodearon al Papa, visiblemente emocionado por ver tantos seminaristas jóvenes y de diversos lugares. Alguno incluso le pudo dar un abrazo…
Quizá el momento más especial fue cuando le hicieron entrega al Santo Padre de la estampa de don Juan Antonio Gil Tamayo, el antiguo formador fallecido en marzo. El Papa Francisco se acordaba perfectamente de él, pues le había escrito y estuvo en contacto con su hermano, Mons. José María Gil, obispo de Ávila, para interesarse sobre su estado durante los últimos meses. El Papa admiró el cariño con que recordaban y se encomendaban a don Juan Antonio.
Finalmente, tras pedir oraciones por su persona y ministerio, le pidieron hacerse un “selfie”, a lo que respondió muy divertido con su acento argentino: “¡Metéle! Pero yo tengo que seguir caminando que si no, nos van a meter presos”.
Los seminaristas terminaron profundamente agradecidos a Dios y a las personas que les han regalado esta increíble bendición. Ahora toca responder a su petición: ¡recemos por el Papa Francisco!