Practicar o jugar un deporte puede ser, perfectamente, una escuela para adquirir determinadas virtudes. Por eso, el deporte está tan presente en la formación humana de los seminaristas: «Para alcanzar la sólida madurez física, psicoafectiva y social, que se exige al pastor, serán de gran ayuda el ejercicio físico y el deporte, así como la educación para un estilo de vida equilibrado» (El don de la vocación presbiteral, n. 63). El éxito de un equipo es el resultado de una serie de virtudes humanas: la armonía, la lealtad, la capacidad de amistad y de diálogo, la solidaridad. Se trata de valores espirituales que se convierten en valores deportivosPapa Francisco En […]