V Centenario del cristianismo en Filipinas

LAURENCE MAGALLANES.- La fe católica, que se plantó hace quinientos años en Filipinas, está muy viva y todavía florece en el testimonio gozoso de los fieles. Este año 2021 se celebra el quinto centenario del cristianismo en Filipinas.

Para que esta gran celebración jubilar sea más significativa, la Iglesia de Filipinas se embarcó en una preparación de nueve años,  cada año con su propio tema. Este año celebramos el Año Missio ad Gentes, bajo el lema «Dotados para dar», frase tomada del Evangelio de Mateo (10, 8).

El inicio de la evangelización

Todo comenzó cuando el navegante y explorador portugués Fernando de Magallanes dirigió una expedición española a las «Indias Orientales» para encontrar la «Isla de las Especias» y difundir la fe católica. El 16 de marzo de 1521 desembarcaron en una isla a la que pusieron un nombre particular. El cronista veneciano de la tripulación, Antonio Pigafetta, lo narra así: «Como encontramos allí dos manantiales del agua más clara, la llamamos Acquada da li buoni Segnialli» (en español, «el abrevadero de los buenos signos»).

El 31 de marzo de 1521 se celebró la primera Misa (día de Pascua) en la isla de Limasawa, al sur de Leyte. Posteriormente, se embarcaron hacia Cebú, donde Magallanes plantó la Cruz. Esta isla es la cuna del cristianismo en Filipinas. Allí, encabezó la conversión el Rajah Humabon y su consorte Harah Amihan, quienes tomaron los nombres de bautizo de Carlos y Juana (en honor al rey y a la reina madre de España).

De Archipiélago de San Lázaro a las Islas Filipinas

En un primer momento, Magallanes había llamado a las islas el «Archipiélago de San Lázaro». Esto se debe a que el día en que vio la tierra filipina por primera vez (el 16 de marzo de 1521), era sábado, víspera del Domingo de la Pasión, cuando en la antigua liturgia romana el evangelio recogía la resurrección de Lázaro. El nombre que quedó, sin embargo, fue el de “Las Islas Filipinas”, dado por Ruy López de Villalobos, quien encabezó una de las expediciones de seguimiento tras la muerte de Magallanes en manos de los nativos en la Batalla de Mactan.

El nombre que quedó, sin embargo, fue el de “Las Islas Filipinas”, dado por Ruy López de Villalobos, quien encabezó una de las expediciones de seguimiento tras la muerte de Magallanes en manos de los nativos en la Batalla de Mactan. Entonces, Rajah Humabon persuadió a los europeos para que lo ayudaran a conquistar una tribu rival en la vecina isla de Mactan gobernada por Lapu Lapu. En los combates del 27 de abril, Magallanes fue alcanzado por una flecha envenenada y murió. Tras la muerte de Magallanes, los supervivientes regresaron a España.

A fines del siglo XVII, la fe había florecido por completo a medida que los filipinos anhelaban una vida religiosa más profunda. El historiador Schumacher considera que esta es la “edad de oro” en la vida de la Iglesia filipina, ya que vio el surgimiento de los beaterios (comunidades místicas de laicos como las describe el escritor Nick Joaquin) y el clero filipino. Hoy en día, más del 86 por ciento (más de 94 millones de personas) de la población filipina es católica, y el país ocupa el tercer lugar en el mundo con el mayor número de católicos, después de Brasil y México.

Celebrando el 5º Centenario

El pasado 14 de marzo de 2021, el Papa Francisco celebró la Sagrada Eucaristía junto con la comunidad filipina en Roma, marcando los 500 años del catolicismo en Filipinas. ¿Cuál es el significado de esta celebración para nosotros los filipinos?

En palabras del obispo Broderick Pabillo, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Manila, “aunque la Cruz de la fe había llegado con la espada de los conquistadores en la época del colonialismo, con el tiempo los filipinos han aprendido a distinguir entre la fe cristiana y el colonialismo español. Luchamos contra los maestros españoles y los expulsamos, pero seguimos siendo fervientes en nuestra fidelidad a la Iglesia Católica”.

Por lo tanto, no es el colonialismo lo que estamos celebrando, sino la fe cristiana que nuestros antepasados ​​recibieron como regalo. La semilla de la fe que echó raíces en un terreno fértil (Mateo 13, 8). El mero hecho de que eventualmente repudiáramos el dominio colonial, pero continuamos abrazando la fe cristiana incluso después de que ganamos la revolución solo podría significar que los nativos no equipararon el cristianismo con el colonialismo.

Nuestra actitud hacia la fe no fue resultado de la espada ni de algunas mentiras de los conquistadores, sino la apertura de nuestro corazón al Evangelio, la hospitalidad a Jesús que le permitió a Él a plantar la semilla de la fe. Nos hemos fortalecido en Jesús que camina con nosotros, el Jesús que se hizo Niño (Santo Niño) y el que cargó la Cruz sobre sus hombres por nosotros, conocido como el Nazareno (Jesús Nazareno), y en nuestra devoción a nuestra Madre (de Manaoag, de Caysasay), a los santos, San Lorenzo Ruiz y San Pedro Calungsod y el Beato José María de Manila. El Pueblo de Dios que camina en Filipinas, por el testimonio de su fe al Señor, desea atraer a todos hacia Jesús que es meta de nuestro peregrinaje.

Por lo tanto, celebramos nuestra acogida a la Buena Nueva de Cristo. Nuestra fidelidad a la fe cristiana es la que nos mantiene firmes en nuestra esperanza a pesar todas las dificultades que ha sufrido el pueblo filipino. El quinto centenario no es solo una mirada al pasado, sino que es también una mirada hacia el futuro. Sí, hemos sido elegidos y verdaderamente dotados de fe y esto implica una gran responsabilidad ante Él que nos mandó: «Id a todo el mundo y haced a todos discípulos míos» (cf. Mateo 28, 19). Aceptamos con gratitud el don, lo alimentamos con nuestra respuesta amorosa y ahora nos toca transmitirlo a las próximas generaciones de filipinos, en Asia y al mundo entero.

“¡A menudo he dicho que aquí en Roma las mujeres filipinas son “contrabandistas” de fe! Porque dondequiera que vayan a trabajar, siembran la fe. Es parte de sus genes, una ´bendita enfermedad´ pero les pido que lo preserven. Seguir llevando la fe, las buenas nuevas que recibiste hace quinientos años, a los demás”.

Papa Francisco, Homilía de la Santa Misa por los 500 años de catolicismo en Filipinas

Jesús ha venido para la salvación de todos los pueblos. Su mensaje en nuestro pueblo resuena hasta lo más profundo del corazón filipino y su cultura. Filipinas es de Cristo y será siempre pertenencia del Señor y de la Virgen María. Por tanto, la celebración es también una llamada a la misión. Nuestra identidad cristiana, nuestra consagración es para la misión. Y todos nosotros anhelamos que cuando el Señor venga en gloria nos dirá: «¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor» (Mateo 25, 23).

Información basada en

The Philippines: Arsenal of Faith, Deposit of Christianity in the East

Sobre el autor

Laurence Andrew Magallanes es seminarista de la Diócesis de Calbayog (Filipinas). Le gusta jugar basquet, leer novelas y escuchar música (especialmente, rock, jazz y clásica). Sus santos favoritos son San Lorenzo, diácono; San Lorenzo Ruiz; y San Agustín. Estudia actualmente 1º de Teología.

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