El jueves 20 y el viernes 21 de marzo recibimos la visita del arzobispo de Monterrey (México), Monseñor Rogelio Cabrera, acompañado de uno de sus obispos auxiliares, Mons. Carlos Alberto Santos García, y otros sacerdotes de la diócesis.

Mons. Carlos presidió el jueves sacerdotal y compartió un grato momento de tertulia con los seminaristas. Durante su reflexión, centrada en las palabras que recoge la lectura breve de las vísperas del día: “Hombres indecisos, purificaos el corazón” (cf. St 4, 7-8. 10), explicó que el término “indeciso”, empleado por el apóstol Santiago, hace referencia a la persona “dividida”, y advirtió sobre el peligro de esa dualidad que puede haber en nuestro corazón. En este sentido, nos animó a “abrir el corazón a la gracia de Dios”, porque en la vida espiritual – señaló – existe el peligro de separar al hombre “interior” del hombre “exterior”.

Además, subrayó que la vida cristiana no puede reducirse solo a “evitar” el pecado, sino que esta debe movernos a hacer el bien, a buscar transformar la realidad. Recordó que la moral cristiana “no consiste solamente en no contaminarse, sino en hacer el bien. El Señor no nos pide una parte de nuestro corazón, de nuestro ser; nos pide todo”.

Durante la tertulia compartió varias enseñanzas que recibió de sus profesores y sacerdotes durante el proceso de formación, y cómo estas continúan guiándolo en su ministerio. También nos contó sobre los desafíos que tiene la Iglesia que peregrina en Monterrey en su labor evangelizadora, animándonos a aprovechar la formación para servir al pueblo de Dios, que, en sus palabras, necesita sacerdotes “todoterreno”.
El viernes por la mañana presidió la Eucaristía Mons. Rogelio Cabrera. En su homilía, Mons. Rogelio destacó que, en este tiempo de Cuaresma, la Iglesia nos invita a “mirar el rostro de Cristo y a escucharlo”. Por ello, nos invitó a recordar las palabras del Evangelio que la Liturgia nos propuso en el Tercer Domingo de Cuaresma: “Este es mi Hijo muy amado, escuchadlo”, señalando que, para escuchar verdaderamente a alguien, tenemos que mirarle de frente. Precisamente, este tiempo de gracia nos llama a mirar a Cristo, pues en ello consiste la conversión, señaló.

Por otra parte, reflexionando sobre la parábola del heredero, presentada en el Evangelio del día (Mt 21, 33-43. 45-46), destacó que Jesús reconoce que hay obstáculos, pero de todas formas nos invita a mirar hacia el futuro. Mons. Rogelio señaló que “los pragmáticos no sueñan, porque buscan resolver los problemas a corto plazo”, y ejemplificó esta actitud con las guerras, donde se busca resolver los problemas con la destrucción. “Una persona pragmática no sueña, no ama, no mira lejos”, afirmó.
Por ello, nos invitó a ser soñadores, aunque a veces pareciera que el mal tiene razón. Porque “nosotros –subrayó– somos herederos del amor de Dios: lo que permanece siempre es el amor, y esa es la herencia que tenemos los hijos de Dios”.
A modo de conclusión, dijo que la vocación sea un sueño que nos haga mirar lejos, y que a la vez no haga mirar con amor actual, reconociendo al otro como un hermano.