JOSÉ LUCERO.- El Papa Francisco nos enseñaba, en una audiencia general de abril pasado, que “rezar por los demás es la primera forma de amarlos y nos empuja a una cercanía concreta”. Traigo a colación esta enseñanza porque en noviembre —mes en el que celebramos el día de Todos los santos y rezamos por nuestros difuntos— es oportuno que profundicemos un poco en nuestra oración de intercesión y que lo hagamos en el marco de la vivencia de la Comunión de los Santos.
En la oración que Cristo nos enseñó comenzamos diciendo: Padre nuestro, que estás en el cielo… La Comunión de los Santos es la unión espiritual de todos los cristianos vivos y muertos, es decir, la unión profunda que está implícita en ese “nuestro” que Jesús nos enseñó y que repetimos tantas veces los cristianos. Esta oración implica y pone en evidencia la comunión entre todo el Cuerpo de Cristo, que nos permite, de alguna manera, olvidarnos del tiempo y vivir una unión común intercesora entre todos los miembros del Cuerpo, que rezan en comunión con Cristo Cabeza, y nos hace pasar del yo individual al yo de un Cuerpo Místico, donde el Bien es comunicado de los unos a los otros.
La oración por nuestros difuntos y por las almas del purgatorio puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor
Catecismo de la Iglesia Católica, 958
Cuando hacemos oración nunca estamos solos, y no sólo por la presencia de Dios que escucha y nos mueve, sino porque a través de la oración vivimos la unión con todos los miembros de la Iglesia, aquí en la tierra como en el cielo. Las buenas oraciones, además, son también difusivas, se propagan, pasan a convertirse en una expresión de amor hacia los demás, que nos llevan a la acción, a vivir esa Comunión de los Santos, que nos invita a vivir la santidad aquí y ahora, para luego poder alcanzarla de forma plena al final de nuestras vidas.
De manera que, en este mes que recordamos a los santos, tanto los conocidos como los escondidos, que han vivido santamente y que ya disfrutan en la presencia de Dios, y que también recordamos a nuestros difuntos de manera especial y con gran cariño, es un tiempo en el que vale la pena tener muy presente esta unión tan profunda que tenemos todos y buscar intensificar la oración, pues, de acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica, “la oración por nuestros difuntos y por las almas del purgatorio puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor” (n. 958), ya que para alcanzar un estado de integridad perfecta es necesaria, a veces, la intercesión o la mediación de una persona, y esa mediación la podemos hacer nosotros, con nuestra oración, fortaleciendo el amor y la unión intercesora entre los miembros del Cuerpo de Cristo.
¿Cómo te lo diría? ¿Ves lo que son las transfusiones de sangre para el cuerpo? Pues así viene a ser la Comunión de los Santos para el alma
San Josemaría Escrivá
En consecuencia, noviembre es un mes para vivir la Comunión de los Santos de forma más intensa y hacer constante oración por las almas del purgatorio que tanto la necesitan. Y no sólo oración, sino buscar también pasar a la acción con otras expresiones de amor, ofreciendo sacrificios, sufragios, ayuno y mortificaciones por nuestros difuntos y todas las almas que están purgando para su purificación. Podemos vivir un mes donde se ponga en evidencia nuestra unión como miembros del Cuerpo de Cristo que se unen al amor sacrificial de Cristo Cabeza y llevan a la Eucaristía todas estás acciones y oraciones para ponerlas en la patena junto al sacrificio de Cristo que las plenifica.
San Josemaría Escrivá, en su libro Camino, explicaba la Comunión de los Santos y su importancia de esta forma: “¿Cómo te lo diría? ¿Ves lo que son las transfusiones de sangre para el cuerpo? Pues así viene a ser la Comunión de los Santos para el alma” (n. 544), de manera que, para las almas en purificación, la Comunión de los Santos, es decir, nuestras oraciones y acciones, pueden ayudar espiritualmente, como una transfusión ayuda al cuerpo enfermo y necesitado.
Por lo tanto, que este noviembre sea un mes donde todos los cristianos nos unimos en intenciones y en oración intercesora por todos nuestros difuntos y por todas las almas del purgatorio, unidos de forma viva en la Comunión de los Santos.
Sobre el autor
Francisco José Lucero Obiols es seminarista de la Arquidiócesis de Santiago de Guatemala. Entre sus aficiones está la fotografía. Sus santos favoritos son San Josemaría y Santa Teresa de Calcuta. Estudia actualmente 4º de Teología.