No termina, se transforma

No termina, se transforma

Más de uno puede tener la tentación de pensar que noviembre es un «mes triste». El otoño está avanzado, los árboles han perdido casi todas sus hojas y, para colmo, aparece en escena una de esas palabras que a nadie le gusta pronunciar: difuntos. Sin embargo, si consideramos atentamente la liturgia, nos damos cuenta de que noviembre no es, en absoluto, un «mes triste». Es, más bien, un mes de esperanza. Baste con recordar lo que dice uno de los prefacios de la Misa: En él [Cristo] brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección; y así, aunque la certeza de morir nos entristece, nos consuela la promesa de la futura […]