Un año más ha llegado la Cuaresma; este es un tiempo especial en el que Dios derrama copiosamente su gracia. Es una buena ocasión para detenernos y examinar nuestra relación con Dios y los demás; es el momento oportuno para pedir perdón por nuestra inconstancia en el amor y afianzarnos en los buenos propósitos, contando siempre con el auxilio divino.
Con la Cuaresma, la Iglesia nos quiere preparar para celebrar el acontecimiento más importante de toda la historia: el Misterio de Cristo muerto y resucitado; para ello, hemos de volver constantemente el corazón al Señor. Dejar todo aquello que nos aparte de Él, hasta que transparentemos en nuestra vida la imagen del Hijo.
Este volver el rostro a Dios, que quede claro, no es por esfuerzo humano, sino una gracia del Señor que nos primerea -en palabras del Santo Padre Francisco-. Es el Converte nos, Domine, ad te, et convertemur -conviértenos y nos convertiremos- de la Escritura; ya que Dios es el Amor Originario que da sentido a nuestra vida y la hace volver cuando se acoge su don, de tantos descaminos.
En Cuaresma, el Señor nos espera con los brazos abiertos -como el Padre de la parábola- para concedernos su perdón. Es el hoy de la misericordia: Esfuerza hermano, hoy es día de perdón; hoy se admiten a todos; si quieren conocer sus culpas y dolerse de ellas y confesarse, no hay más. Hoy se da la fuerza para vencer y derribar todo aquello que te derribaba, escribía el Apóstol de Andalucía.
¿Cómo nos vamos a preparar?
Mas, ¿Cómo hemos de prepararnos para este tiempo? La Iglesia nos propone el ayuno, la oración y la limosna como el camino que hemos de recorrer para llegar a las fiestas pascuales.
En la práctica del ayuno, que no se reduce al no comer, han de entrar los otros sentidos y la voluntad: ayunen los ojos de toda mirada curiosa; ayune la lengua de la difamación y la murmuración, de las palabras vanas, inútiles; ayune la mano de estar ociosa y de todas las obras que no sean mandadas; ayune mucho el alma misma de imponer la propia voluntad y juicio. Pues, como afirma el Doctor Melifluo, sin este ayuno, todos los demás son reprobados por Dios. El ayuno nos fortalece en la lucha, y dispone el corazón para que no se busque otra cosa distinta que agradar a Dios en todo -predicaba San Francisco de Sales-.
La oración es ese diálogo con Dios, de corazón a corazón
San Josemaría Escrivá.
Unido, al ayuno, va la oración. En estos días, hemos de fomentar muchísimo ese encuentro personalísimo con el Señor. La oración es ese diálogo con Dios, de corazón a corazón, como dice San Josemaría, en el que intervienen todas nuestras potencias; es en definitiva un diálogo confiado y de amor. En ese encuentro diario con nuestro Padre Dios nos jugamos nuestra santidad. Es el cimiento fuerte sin el cual todo el edificio va en falso. Durante este tiempo, no nos cansemos de pedir por el Papa, por la Iglesia, por nuestros seres queridos, y por nosotros, que la oración es la llave de los tesoros de Dios.
Y dado que las obras son amores y no buenas razones, nuestra penitencia y oración como apertura al Señor quedarán manifiestas en nuestra caridad con los demás. Hemos de ser como una fuente, en lo que los demás puedan ir a beber cuando se encuentren fatigados; o como la alfombra para que pisen blandito. La limosna que la Iglesia nos propone estos días, no se reduce, sin más, a la entrega de dinero a los necesitados; es mucho más amplia e incluye las obras de misericordia: porque da limosna no sólo el que da de comer al que tiene hambre y otras necesidades por el estilo, sino también el que perdona a quien le falta y ruega por él, el que corrige a otro (…) -decía san Beda-.
Ojalá estos días cuaresmales podamos imitar a Nuestra Señora, que nunca se apartó de su Hijo amadísimo y siempre se mantuvo fiel, incluso en los momentos de cruz, para llegar con el corazón rebosante de alegría a la fiesta de la Pascua.
Sobre el autor
José Pablo Hernández es seminarista de la Arquidiócesis de Santiago de Guatemala(Guatemala). Entre sus aficiones está la lectura y escuchar tango. Sus películas favoritas son: Las Crónicas de Narnia y Tierra de Penumbra. Estudia actualmente 4º de Teología.