<strong>La felicidad se puede encontrar hasta en los momentos más oscuros, si uno recuerda encender la luz</strong>

Ana María Mucharraz Ayala, la aguerrida joven que afrontó las mas grandes batallas que se pueden encontrar en la vida con amor, paciencia, alegría, entrega a los demás, excepcional fe, amor a Jesús y a la Virgen y mucha visión cristiana y sobrenatural. 

Ana fue una joven mexicana, la mayor de cuatro hijos de la familia Mucharraz Ayala, seguida por su hermano GonzaloJuan Pablo -Juanpa para los amigos- y Mariana. Familia que disfrutaban estar todos juntos, planear alguna excursión, organizar competencias lúdicas e inventarse todo tipo de juegos. Tiempo del que más tarde Ana escribirá: “Si pudiera regresar el tiempo… le diría a mi persona de niña que disfrutara mucho más la vida; que disfrutara ser normal, porque eso no duraría para siempre”. 

Una suma de dificultades sobrevino sobre la familia Mucharraz, primero un accidente de transito donde resultó afectado el padre, un año después, Ana comienza a sentirse mal y se le detecta a sus 15 años Lupus, una enfermedad autoinmune que ataca el sistema central y que afectó gravemente su salud originando otra enfermedad llamada gastroparesia, lo que significa que su sistema digestivo estaba paralizado y, finalmente, en una excursión por el festejo de los 15 años de Ana, Juanpa es picado por una garrapata que le transmite la enfermedad de Lyme, siendo uno de los casos más gravemente registrados, paralizando la mayor parte de su cuerpo, lo que conllevó una recuperación lenta y dolorosa.

Quizá una situación como ésta a algunos les hubiese llevado a la desesperación, la falta de fe o la destrucción familiar, sin embargo, a la familia Mucharraz les llevo a asumir cada uno un rol de suma importancia para salir adelante, comenzando por Ana, quien ante esta situación y a pesar de su dolor y enfermedad, no dudó en salir de sí misma para estar pendiente de su hermano Juanpa; además, para ayudar a sus padres, quienes se encontraban en una situación económica muy difícil, decidió crear un perfil de Facebook llamado “Con Ana y JuanPa” para contar su historia en el día a día, pedir oraciones y pedir ayuda. 

Agrego uno de los posts de Ana, donde narra con mucha espontaneidad y con una madurez sorprendente su situación. Sus followers, por su parte, quedaban atónitos con los textos de Ana al darse cuenta de como la vida puede cambiar de un día para otro y de como debemos valorar, agradecer y asombrarnos con el regalo de la “normalidad” en el día a día.

“Estos días han sido muy difíciles para JuanPa y para mí. JuanPa está sintiéndose muy mal. En su cara hay expresión de dolor y, además, está muy cansado todo el tiempo. Ayer vino la que le hace la terapia física y no pudo aguantar las lágrimas. Al finalizar la terapia no dejaba de llorar. Dice que está muy cansado y le duele mucho que lo muevan. Le cuesta recuperarse de cada terapia mucho. Mi mamá es la que más sufre con este tema pues ella lo único que quiere es que JuanPa esté lo más cómodo y feliz posible mientras lucha contra su enfermedad. Digamos que la «batalla de la terapia física» es muy dura para los dos (JuanPa y mi mamá) pues JuanPa no quiere tener terapia y es por la única razón que lo vemos llorar. Eso a mi mamá le parte el corazón pues ella sabe que, aunque JuanPa sufra mucho lo tiene que seguir haciendo para que pueda volver a caminar. Después de que JuanPa dejó de llorar yo ya no soportaba verlo triste y le pregunté que se le antojaba hacer. Yo estaba dispuesta a hacer lo que sea con tal de verlo sonreír. El me escribió que quería ver fotos y eso fue lo que hicimos. Juntos vimos fotos y videos. Yo trataba de encontrar algún defecto en las fotos que lo hiciera reír o algún video chistoso de mis hermanos, mío, de mis tíos o hasta de él mismo haciendo cualquier tontería (créanme él era muy intenso y chistoso). ¡Logré mi objetivo! ¡No dejo de reírse por una hora entera!

Yo estaba muy feliz por haberlo logrado, pero después me entró el sentimiento de tristeza de haber visto como éramos antes de enfermarnos y me puse a pensar cuanto han cambiado las cosas. Cuanto ha cambiado nuestra vida en muchos aspectos, desde nuestra apariencia física, hasta nuestra forma de vivir. El día a día ha cambiado completamente. Ya no hay viajes “normales, solo viajes al hospital o por razones médicas. Ya no comemos juntos; siempre 2 personas se tienen que quedar cuidando a JuanPa. Aunque sea una tontería mi mamá solo pone lonches escolares para 2 hijos en vez de para los 4. De traer bicis o patines en la cajuela del coche ahora traemos sillas de ruedas. En vez de que tengamos peleas normales como todos los que tienen hermanos nos tenemos que cuidar entre nosotros. Yo ya no puedo cuidar a mi hermanita, ahora ella es la que me cuida a mí. En vez de que suene música mía o de Gonzalo a todo volumen, en la casa suenan maquinas de sueros. En vez de repisas con juguetes/películas cada repisa está llena de medicinas. Estos son algunos ejemplos de cómo ha cambiado nuestra vida. Yo, en este momento, daría lo que fuera para que toda la familia pudiera tener una vida normal otra vez.

Pero viéndolo desde otro punto de vista hemos aprendido muchas cosas de esta situación tan difícil. Como disfrutar cualquier momento de felicidad que haya, aunque sea pequeño. Hemos aprendido a no rendirnos. Hemos aprendido que nunca puedes dar nada por seguro. Que si hay gente buena en el mundo y que los verdaderos amigos existen. Bueno, no acabaría de decir las cosas que hemos aprendido de esta experiencia. JuanPa y yo no nos daremos por vencidos hasta lograr estar «como éramos antes » y para que nuestra familia sea «normal» otra vez, porque la enfermedad no solo afecta a los enfermos, sino a todos los de su alrededor. Recuerden esto siempre: «La felicidad se puede encontrar hasta en los momentos más obscuros, si uno recuerda encender la luz» (Albus Dumbledore) Como dice la frase nunca hay que olvidarnos de encender la luz porque eso puede hacer la toda la diferencia en una situación difícil. Gracias a todos por su ayuda y cariño. Los mantendré informados.”

La salud de Ana se fue agravando más, pero nunca perdió la sonrisa, la confianza de que todo lo que pasaba era para bien. A todo sabía sacarle el lado positivo y todo se lo ofrecía a Dios.

Se requería para Ana un transplante de 5 órganos, que con gran fe pidió a la Virgen de Guadalupe: poco tiempo después se tuvo la noticia de un donador. Ana, muy agradecida con el donador, contenta por la lucha que estaba haciendo por su salud, escribió una carta para cada miembro de la familia que les pidió no abrieran hasta que entrara en quiforano, pidió a su padre llamar a un sacerdote para confesarse, comulgar y recibir los santos óleos “por si acaso” añadió, e hizo el que sería su último post, que copio a continuación:

“21/mayo/2019. Un día que cambiará mi vida para siempre. Así es, están leyendo bien. ¡Ya estoy en el quirófano recibiendo mis nuevos órganos! ¡Le agradezco eternamente a la familia de mi donador y a mi donador por darme esta segunda oportunidad de vida! Va a ser la batalla más grande de mi vida, pero estoy más que lista para enfrentarla porque hoy entré de la mano de Dios y de la Virgen al quirófano; me van a cuidar cada momento de la operación.

Mis queridos “followers”, compañeros de batalla, les agradezco que hayan estado en cada momento. Gracias por dejarme entrar en sus vidas. No saben cuántas cosas me han enseñado a mí y a mi familia. Gracias a ustedes estamos donde estamos hoy: ¡¡luchando!!

Quiero que sepan que salga como salga este trasplante, yo voy a estar bien. Si sale bien, estaré lista para empezar una vida que tanto he luchado y soñando por tener. Si por algo sale mal, ¡estaré en el cielo libre de dolor!

Hoy más que nunca les encargo sus oraciones y buenos deseos por mi familia, amigas, mis doctores, por la familia de mi donador y por todas las decisiones que se van a tener que tomar.

Espero escribirles muy pronto. Mis papás van a estar haciendo “updates” ¡Los veo muy pronto! – Ana” 

Ana, la joven aguerrida que triunfó ante la enfermedad, el dolor, la muerte y la desesperanza, cumplió con su misión de darnos un ejemplo de vida cristiana ante el padecimiento y la cruz, tal y como lo hizo nuestro Señor Jesucristo y ahora desde el cielo con la corona merecida muy seguramente pide por cada uno de nosotros para que carguemos con alegría y entrega generosa nuestra Cruz de cada día.

Con toda seguridad, por el primero que ha pedido al Señor ha sido por su hermano JuanPa, puesto que su recuperación ha sido muy favorable. De hecho, hemos tenido en Bidasoa la dicha de escuchar su testimonio familiar de viva voz.

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